La última ciudad europea premiada con el galardón de “Capital Verde Europea” ha sido la ciudad portuguesa de Lisboa. Ocupa así el undécimo lugar en la lista de ciudades que, desde 2010, han obtenido el reconocimiento de la Comisión Europea por su historial acreditado y consolidado de cumplimiento de las normas ambientales más exigentes y su firme compromiso con la protección medioambiental.

Lisboa fue la primera capital de Europa en firmar el Nuevo Pacto de Alcaldes para el Cambio Climático y la Energía en 2016, después de lograr una reducción del 50% en las emisiones de C02 entre 2002 y 2014. Asimismo, ha conseguido reducir el consumo de energía en un 23% y el de agua en un 17%, desde 2007 a 2013.

Tiene una visión muy clara sobre la movilidad urbana sostenible, con medidas para restringir el uso del automóvil y priorizar la bicicleta, el transporte público y los desplazamientos a pie. En 2017, Lisboa lanzó un plan de bicicletas compartidas, con bicicletas eléctricas que suponen dos tercios de la flota.

Lisboa tiene una de las redes de puntos de recarga de vehículos eléctricos más grandes del mundo y el 39% de la flota municipal de automóviles es eléctrica.

El 76% de las personas en Lisboa vive a menos de 300 metros de áreas verdes.

La ciudad de Lisboa tiene un fuerte compromiso con el uso sostenible del suelo centrado especialmente en la infraestructura verde, o en las conexiones entre espacios verdes, para contrarrestar los efectos del cambio climático, como la sequía, el calor extremo y las inundaciones causadas por las lluvias torrenciales.